Descubre la Historia de la Casa de las cadenas
Aquí se alojaron, desde el 14 de junio hasta el 20 de octubre de 1711, Felipe V, La Reina María Luisa Gabriela Emmanuela de Saboya, el Príncipe de Asturias (después, efímeramente Luís I, ya que no llegó a reinar ni siete meses), la Princesa de los Usinos (que en Corella recibió el tratamiento de Alteza Serenísima), guardias, Damas de la Reina y demás servidumbre. Su estancia sobrevino a través de la particular enfermedad de la reina: a pesar de que esta había sido desahuciada por dos médicos de cabecera franceses cuyo diagnóstico fue el de “Fiebre Ética” (tuberculosis), los médicos de Zaragoza le dieron esperanzas de fortalecerse mediante la leche de burra, los ajos y la estancia en un clima como el de Corella.
Por medio de Cédula Real, en el año 1.712, y a modo de agradecimiento por la hospitalidad, Felipe V concedió la “gracia” de colgar las cadenas en la fachada del edificio, lo cual simbolizaba la permisión de asilo real. Desde entonces el edificio ha venido denominándose popularmente como Casa de las Cadenas.
En 1719 volvió a recibir al monarca y a su corte entre los que se encontraban el duque de Medina sidonia, el conde de Santisteban, el duque de Osuna, el conde de Frigiliana, el marqués de Castell florido, el condestable de Castilla o el embajador de Francia, entre otros. Su escudo se encuentra en el chaflán del edificio, entre la calle de San Miguel y la popular placeta García, esto puede ser debido a que el antiguo Palacio de Corella (palacio renacentista del siglo XVI del que por desgracia hoy no quedan sino restos de la planta baja de la fachada) presidía dicha placeta copando todo el valor simbólico. En el blasón barroco realizado hacia 1704, bajo venera, figuran las armas de los Sesma, Sierra, Escudero y de los Ruiz de Murillo, con yelmo por timbre y enmarcados por un rico follaje, niños sobre delfines y salvajes sobresaliendo de cuernos de la abundancia. En el primer cuartel una águila; el segundo muy deteriorado; en el tercero torre y cuartelado por dos animales enfrentados, luna menguante; y muy deteriora do el cuarto.
En 1710, fueron invadidas las fronteras de Navarra por las tropas del archiduque Carlos, durante la guerra de la Sucesión, formándose en Corella varias compañías en favor de Felipe V, una de ellas capitaneada por D. Agustín Sesma y Sierra quién además contribuyó con 50 doblones. Tras la derrota de Zaragoza se refugió en Calahorra hasta la victoriosa jornada de Brihuega. Proveyó al regimiento dirigido por el conde de Melun con 100 fusiles con pólvora, munición, bastimentos y dinero, todo ello de su hacienda privada, así como incorporando un importante contingente de corellanos que, unidos a las tropas de Melun, se lanzaron victoriosos contra el ejercito austracista acampado en la ciudad de Cascante logrando replegarlo hasta Aragón, más allá de las fronteras del reino.